UN MARINO...

                                                ·José María Spiegelberg"

 

     

José Maria spiegelberg, obtuvo en el año 1955 -con 29 años- el Certificado de Capitán de la Marina Mercante de la República de Panamá.

 

 

                                                                 EL VIEJO PROFESOR

                                                                                “A don José María  Spiegelberg, en  agradecimiento
                                                                                  a  su  labor  docente”, durante  tantos  años,  en  la 
                                                                                  Escuela de Náutica de Cádiz….

 

   Algunas mañanas el viejo profesor acude a mi despacho. Yo le atiendo, y después de ayudarle a bajar la escalinata, le acompaño a tomar un café. Lleva un bastón robusto en su mano derecha en el cual se apoya para dar pequeños pasos a lo largo de su paseo diario. A veces, se apoya también en mí, y así, paso tras paso, vamos camino de ese café…
    En ese ratito que estamos juntos, sentados en la terraza, don José María, me cuenta muchas cosas; cosas entrañables que pueblan su larga memoria. Don José María ha sido un “lobo de mar” que ha atracado en cien riberas -parafraseando a Machado-,   y ha navegado en los siete mares que circundan la tierra; poco le quedará por conocer del mar. Mar y cielo, y cielo y mar… Horas largas, interminables, descosidas del reloj para caer sin tiempo en los océanos… Horas que no pueden guardarse en las horas, ni en las manecillas de las esferas, ni en la arena que guarda cada cápsula de cristal, ni en una clepsidra  de agua,  ni  siquiera en las altas y espirituales agujas  de los  campanarios… Horas de puente, de guardia, de ausencias…Si, horas donde el mar y el cielo caben en el espacio cóncavo de la mano, y el horizonte es sólo una línea azul en la lejanía. Horas cargadas de irrealidad, donde el pretérito, como una novia olvidada, se llega de nuevo para hacerse presente en cada amanecer…
    Don José María, abandonó el mar y nos enseñó  Inglés Náutico. Y como es natural, nos contaba algunos recuerdos de sus viajes y sus navegaciones; y entre ellos, el  que siempre recuerdo con un hálito de seducción, yo diría de romanticismo -tan olvidado en estos tiempos que corren-, es aquel que hacía mención al gusto de  algunas muchachas de Baranquilla,  por ir a cantar boleros a las tripulaciones de los buques atracados en los soñolientos muelles del puerto. Boleros  al son de la magia del Caribe. Boleros al son de la vida misma, como expresión más exultante de la propia existencia…  
    Durante muchos años, don José María, estuvo dedicado a este menester de la Pedagogía. Hasta capitán el fue nuestra referencia del idioma británico.  No había escapatoria: desde alumno, pasando por piloto hasta llegar a capitán, su magisterio era necesario para obtener la titulación deseada. Un escollo que había que sortear empleando buen criterio y unas buenas cartas de navegación.
    -Tell me about the holds of ships- me apuntó  nada más comenzar el examen oral de capitán.
    Y yo, a continuación después de una larga pausa que nunca tocaba a su fin, pronuncie:
    -The holds are…
    Y después de otra larga pausa –pensando, primero,   la respuesta en castellano-, por fin pude ir hilvanando en tan noble idioma, alguna que otra frase que diera discernimiento  a tan esotérico vocablo…
    A continuación, vinieron más preguntas; y como es de suponer más pausas, más frases en castellano  prestas para traducirse, y como es de suponer más traducciones salidas en tropel dispuesta a convencer las dudas razonable de mi capacitación.
    Y llego la última prueba practica: “The Standard Marine Navigational  Vocabulary”.  Y he de decir que, aprendido de memoria –al igual que los monjes budistas-, a base de cientos y cientos de repeticiones, pude pronunciar de manera acertada la mayor parte de las frases que se reseñaban en el “Standard”.
    Don José María, después de mirar un momento sus notas, pronunció:
    -Parece, al menos,  que el “Stándar” se lo sabe bien; anda, márchate, estás aprobado… pero cuida el inglés, que te será necesario…
    El último escollo había conseguido sortearlo; a los pocos días, en Madrid, en la Subsecretaria, con el examen aprobado y los 900 días  de navegación en la mano, me extendieron el titulo de Capitán de la Marina Mercante.
    Don José María, de manera suave, a pequeños sorbos iba tomándose su descafeinado de maquina o tal vez de sobre; sin embargo,  yo,  a la vez que observaba sus pausados gestos, recordaba en un momento  y quizás con algo de ternura,  mi último  examen de Náutica, que él, de manera generosa,  me aprobó…

 

    En Cádiz, a 4 de julio de 2010

                                                                                                                       Manuel Castillo Sempere

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